jueves, 21 de septiembre de 2017

La descreación

 Finalmente caí dentro del sobre, su interior tanto como su exterior eran negros y casi oscuros. Podía ver sus ojos adueñándose de los míos, era un hielo, mi oxígeno gastado se exhalaba y el de ella se adueñaba del espacio hasta todo volver a ser el recipiente que nos vertía al sobre negro y casi oscuro. Tanto aire me haría mal al fin y al cabo, lloraría y me reiría de ello, y fue como debió suceder, y pasó así el día quinto. Al sexto día ya no habían paredes, sólo estaba el suelo acompañado de un happy blues, eso bastó para que sonriera y diera paso al día octavo porque ya no había oxígeno para el séptimo, quedaba solamente olvidar aquella melodía y seguir de largo.
 Sí, el estruendo se escuchó, era el número siete, había vuelto con un tanque de oxígeno y su mascarilla, ya podía respirar, pero fuera de su existencia porque los humanos éramos demasiado para él.

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