"Él" - Capítulo 4 - La aceptación es vital

 Habiendo su lengua ayunado de palabra alguna por toda una semana, tuvo miedo. Se preguntó qué era más prudente y digirió la primera palabra luego de la represión: <<Amor>>. Digerir el amor, era digerir el temor. Salió a la calle, el sol rajaba las piedras y a algunos transeúntes, entonces él subió al techo de un automóvil mientras yo describía el paisaje y un sol chocante, y ahí, en medio de ese contexto, circuló aire por su boca y declaró lo inevitable:

 -"Es un error si nuestra intención es evolucionar, ser fiel al espíritu, pretender que alguien más acepte nuestra experiencia como propia, eso solamente causa inseguridad y frustración."

 Mucha gente se había aglomerado alrededor del coche, atónitos, sobretodo el propietario del auto. Él continuaba su parlamento:

 -"Hay que aceptar, solamente así se encuentra la iluminación.
 La mente no quiere que trascendamos nada, la mente se es funcional a sí misma, si vives identificándote con un estado mental de miedo no avanzas, cuando trasciendes toda la sabiduría, el espíritu vuelve a tu conciencia aquí y ahora."

 Cuando él continuaba con la respuesta a la pregunta que él mismo se había formulado, el otro él, el dueño del coche, había sido frenado por un grupo de oyentes cuando éste quería ya despedazar a palos a la figura utópica de cualquier poeta que quisiera recitar sobre un automóvil. Él continuaba su discursillo ignorando lo que sucedía debajo:

 -"Si sentís miedo ¡obsérvalo!, así notás que sos el espacio que percibe, y no lo percibido.
 El espíritu evoluciona, la mente se alimenta, pero sigue estática."
 

 Mientras tanto, abajo se cagaban a piñas.

 -"Perdona sobretodo, si el mundo considera algo como <<imperdonable>>, el espíritu no.
 Ese llanto contenido o no, esa reacción de miedo o angustia no es tuya, no lo eres, acéptala y verás que el llanto consciente es purificante de ese cúmulo de resistencia mental."
 

 Puesto el punto al verbo, el Verbo ordenó que lloviese y llovió.