El estadio se había inundado de gente por completo, el pibe, el panadero, el barrendero, el barrio, el pueblo, la ciudad y hasta medio país estaba con los oídos a su disposición. Él, desde la oscuridad del escenario, surgió y se posicionó frente a todos, mirándolos a cada uno, y en consecuencia soltó el habla.
-"Tengo una idea entre tantas que hay volando en mi cabeza. Esta idea, que es más que una suposición o en sí más que una idea misma, la describo como los <<celos constantes de la mente materialista que radica en estos entonces>>, de los que grandes personas como nosotros anunciaron hace ya un largo tiempo, celos hacia lo denominado por mí como <<santidad elevada>>."
El mundo no entendía nada pero lo grababan y aplaudían de todas maneras.
-"La <<santidad elevada>> es todo lo vivo, lo inútil y quizás muerto para nuestra mente. El pasto divino que están osando pisar en este instante, es parte de esa santidad elevada, al igual que el árbol que todos ignoran constantemente."
Cada palabra que soltaba era un nuevo universo que se abría a los espectadores que ya no sabían cómo reaccionar.
-"El punto es que la mente nos trata de llevar a lo lógico y alejarnos de lo divino, lo vivo, el mundo. La mente juega a creer ser ganadora y menospreciar a lo realmente ganador."
Cada pausa era un click nuevo.
-"La humanidad debe aprender de lo invisible al ojo humano, la humanidad debe aprender de la santidad de un árbol y su oxígeno. Debe aprender de lo sacro-santo de ese árbol ahí, tirado afuera, que lo es por su humildad material, su quietud ruidosa y la no respuesta a los ataques incesantes. Debemos hacer lo que ese árbol, que se mantiene en la divinidad haciendo lo que debe hacer: ser santo; debemos hacer lo que ellos para sanar nuestra guerra y equilibrar las emociones."
Terminado el discurso se apagó todo y ya era de nuevo Él sentado en un retrete recreando lo inevitable.
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